La Casa Pachacamac del arquitecto peruano Luis Enrique Longhi

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La Casa Pachacamac del arquitecto peruano Luis Enrique Longhi

Modernidad y Tradición en Arquitectura

La Casa Pachacamac es una de las obras representativas del afamado arquitecto peruano Luis Enrique Longhi Traverso (Orden El Sol del Perú, 2014).

La obra del arquitecto y escultor Luis Longhi se adapta a la naturaleza y el entorno, y representa el respeto a la tradición (con reminiscencias incaicas), y la modernidad (Longhi estudió animación digital arquitectónica en Harvard y diseña sus obras con herramientas informáticas). La constante del reconocible estilo de Longhi es el uso creativo de los vanos, de distintos tamaños y formas, que horadan la masa de hormigón y proporcionan interiores que invitan a la relajación.

Retrato de Luis Longhi, arquitecto y escultor

Luis Longhi nace en 1954 en la localidad de Puno (Andes peruanos). Estudia Ingeniería Civil en la Universidad Católica del Perú y en 1979 se gradúa como Bachiller en arquitectura en la Universidad Ricardo Palma. En 1981 viaja a Estados Unidos para cursar estudios de postgrado en la Universidad de Pensilvania, donde se convierte en el único estudiante de dos maestrías simultáneas: arquitectura y bellas artes.

Tras graduarse cum laude en 1984, Longhi recibe la invitación del arquitecto hindú Balkrishna Doshi, antiguo colaborador de Le Corbusier. Después de un semestre en la India, donde trabaja en el estudio de Doshi en el diseño de sistemas de alojamiento, regresa a Estados Unidos para ejercer su profesión durante 13 años en notorios estudios arquitectónicos (Farrington Design Group, Adele Santos, David Slovic y Bower Lewis, entre otros).

Luis Longhi regresa al Perú en 1994 e inicia el trabajo en su propio estudio. Destacan obras arquitectónicas, como la Casa Panfichi, la Casa Lefevre y la Casa Pachacamac, objeto de este case study.

Características de la Casa Pachacamac

Casa Pachacamac es una vivienda unifamiliar de 480 m² encargada por una pareja de filósofos jubilados en una parcela de 3.800 m². El terreno se ubica a 40 km al sur de Lima en una zona aledaña a un yacimiento arqueológico pre incaico.

La Casa es una proyecto constructivo de Longhi arquitectos y Héctor Suasnabar, con la colaboración de Verónica Schereibeis, Carla Tamariz y Christian Bottger. La construcción transcurre entre los años 2006 y 2009.

En el proyecto de la Casa Pachacamac coinciden la visión de los clientes, que eligieron esa ubicación como lugar de retiro, y la del arquitecto, que sigue la tradición ancestral de los antiguos incas.

Para los antepasados de los peruanos, el factor principal a la hora de edificar consistía en elegir el lugar perfecto, construir de forma integrada en el entorno y con una mínima intervención. En consecuencia, la Casa Pachacamac destaca por su integración con el paisaje, al enterrarse en una colina parte de su estructura.

La Casa Pachacamac se divide en tres niveles, dos de ellos enterrados, que siguen la pendiente de la colina. El único volumen que sobresale es un espacio cúbico acristalado que, iluminado de noche, recuerda un faro que ilumina el camino del viajero. La distribución de los vanos y los volúmenes de la casa obedecen a un desorden planificado, pues se busca la armonía del edificio antes que una simetría artificial, que podría romper el equilibrio global de la obra.

En la casa se emplea una combinación de materiales, como la madera, el hormigón armado y la piedra. Los muros alternan su uso, como parte de la envolvente o para soportar la tierra de la colina. El interior ofrece espacios diáfanos con vanos horadados en la envolvente, y alternancia de zonas cubiertas y descubiertas. La palabra que define la distribución es: “imprevisible”. La colina dicta la distribución, y el arquitecto obedece: el juego de vanos y los recorridos entre las diferentes estancias se personalizan según las posibilidades que define la orografía del lugar.

El resultado es un equilibrio entre el edificio y el entorno, luz y penumbra con toques de color en ciertos lugares de la casa. La vivienda aporta a sus habitantes una invitación al recogimiento y una sensación de paz y protección.

La integración de la casa no debe confundirse como una especie de camuflaje, sino como un diálogo entre la naturaleza y la intervención humana. La Casa Pachacamac logra un equilibrio arquitectónico, donde la función y la forma del edificio conviven en armonía sin que ninguna prevalezca sobre la otra.